lunes, 15 de junio de 2009

La Suerte de Sentir Dolor



Cuando viví la suerte de ser engañada, lo pasé tan mal que creí que nunca se me pasaría. Conocí lo peor de mí, ese bicho demoníaco del ego que derrepente y sin aviso creció a limites inimaginables.
Bastaba con calentar un poco ese veneno, y sería suficiente para hacerlo hervir por todo el cuerpo envolviendome como una hiedra maligna y poderosa.
Me costó dos años recien comenzar a controlarlo, pero me alegro de haberme descubierto de esa forma.
Ese lado oscuro no está muerto, sigue vivo ahí con sus telas de araña, pero ahora que lo conozco me es posible enfocarlo en otras cosas, con otros sentimientos, con otras convicciones.
Ese veneno que llevamos las mujeres, si se mezcla con los ingredientes adecuados, puede llegar a ser un antidoto mucho mas grande de lo que el tóxico pueda destruir.

Era eso, mi ego, el que no me dejaba desapegarme de un hombre fascinante, quería que fuera mío... pero el amor que fue renaciendo despues del dolor me permitió poder soltarlo, dejarlo ser libre, y así, cuando creí que estaríamos siempre juntos, sencillamente se terminó de alejar, tal vez porque nunca fuimos para eso, tal vez porque la cura de esas heridas fue veneno para el deseo de estar juntos... a lo mejor ese amor era una herida abierta que simplemente cerró.
Como sea, estos 4 años fueron hermosos y vertiginosos, creo que ha sido una etapa que define el resto de mi vida, y le agradezco al destino por tener esta suerte.
Fue un corte limpio sin infección, la infección que la egolatría y la autocompasión hacen querer hacer mas daño... pues bien, ahora sólo siento el deseo de crecer y entregar felicidad a quien quiera ser feliz y seguir creciendo.
Me siento tan libre, tan salvaje y satisfecha...
Soy tan pequeña en un mundo infinito de posibilidades inesperadas...




Soy enormemente feliz.